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Argentina va camino a un grave retroceso ambiental

La nueva ley reducirá los cortes del bioetanol y el biodiésel en los surtidores del país, para contentar al sector petrolero con una mayor participación de combustibles fósiles. La Iglesia acaba de sumar su rechazo al proyecto.

Desde el pasado 12 de mayo, uno de los sectores agroindustriales con mayor desarrollo en el país se sostiene con un marco transitorio que expirará en 35 días, mientras en el Congreso se discute una nueva ley de biocombustibles que pondría a la Argentina a contramano de los compromisos internacionales que asumió frente a las emisiones de gases con efecto invernadero que se traducen en el cambio climático.

La Conferencia Episcopal Argentina, a través de un duro pronunciamiento, advirtió que el proyecto de ley empujado por el lobby petrolero implicaría "un franco retroceso en la política ambiental" del país. De esta forma, la Iglesia acaba de sumarse al amplio arco productivo, social y político que rechaza el cambio de reglas que reduciría los cortes actuales del bioetanol y el biodiésel en las naftas y el gasoil, para ampliar la cuota de participación de los combustibles fósiles en los surtidores.

Desde una decena de provincias del norte y la región central del país, gobiernos, asociaciones empresarias, entidades sindicales, centros de investigación e instituciones civiles insisten en que la caída de la ley que impulsó el gobierno de Néstor Kirchner en 2006 se traducirá en el cierre de empresas, la pérdida de puestos de trabajo y un gravísimo impacto ambiental, en abierta contradicción con la Constitución Nacional y compromisos asumidos en el seno de las Naciones Unidas.

Paradójicamente, Argentina se encamina a bajar la cuota de los biocombustibles a la mitad, mientras en el resto del mundo sus beneficios se expresan cada vez con más contundencia en el ambiente y la salud, por la menor emisión de dióxido de carbono y otros gases tóxicos que inciden en el calentamiento global.

Hoy, en el país, las naftas están mezcladas con un 12% de bioetanol elaborado a partir de la caña de azúcar, o maíz, mientras que el gasoil contiene un 10% de biodiésel producido en base a soja.

En el país se producen más de 900 millones de litros de bioetanol al año. Solo el aporte de El Tabacal, desde Orán, evita una emisión de 227.000 toneladas de dióxido de carbono (CO2) al año.

Estudios respaldados por universidades y centros de investigación de América, Asia y Europa señalan que por cada metro cúbico de bioetanol que se quema en reemplazo de las naftas, la emisión de CO2 -el principal gas de efecto invernadero- se reduce en 1,6 toneladas.

Los biocombustibles son, en promedio, un 74% menos contaminantes que los combustibles fósiles con los que se combinan obligatoriamente, en diversos países, con cortes (porcentajes de mezcla) cada vez más altos.

La creciente participación de los renovables va de la mano con el cumplimiento de los objetivos asumidos en el seno de las Naciones Unidas contra el cambio climático.

En el Protocolo de Kioto (2005) y el Acuerdo de París, ratificado en 2016, Argentina comprometió políticas y acciones concretas para reducir la emisión de gases que se traducen en el cambio climático.

En la agenda internacional, los biocombustibles ocupan un papel clave, ya que tienen entre un 70 y 80% menos de emisiones que las naftas y el gasoil de origen fósil.

La preservación del ambiente, una cuestión central directamente relacionada con el cuidado de la salud y la biodiversidad, es la razón que orienta las medidas que han venido adoptando diversos países en materia de combustibles vehiculares en las últimas décadas.

Las leyes y tratados internacionales imponen sobre la materia un principio de progresividad que Argentina está a punto de quebrar

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