En Campo Quijano acaba de firmarse un acta acuerdo entre el intendente Lino Yonar y la conducción local de ATE que, lejos de ser una conquista para los trabajadores municipales, huele a pacto de cúpulas. Una especie de “paz social” construida a costa de los derechos que garantiza la Ley 6068 – Estatuto Municipal y los principios básicos del derecho laboral argentino.
Detrás de los números y las firmas hay algo mucho más grave: un Intendente que se cree habilitado para reescribir el Estatuto en una oficina de la Secretaría de Trabajo, y una casta sindical que acepta, calladita, un modelo que premia a unos pocos, divide a los compañeros y condena a la mayoría a seguir precarizada.
1. Un salario hecho a medida de unos pocos
El acta crea un esquema salarial insólito: el ítem 145 se engorda con $100.000 para quienes están a 2 años de jubilarse y con $50.000 para quienes están a 5. El resto, que se arregle.
Traducido: dos trabajadores con igual categoría, misma función y misma antigüedad, pueden tener básicos distintos solo por la fecha probable de jubilación.
Eso viola de frente:
- el principio de “igual remuneración por igual tarea” del art. 14 bis de la Constitución Nacional,
- y la igualdad de trato de la Ley de Contrato de Trabajo, que solo permite diferencias con causas objetivas y de bien común.
La Ley 6068 organiza el salario por categorías, funciones y responsabilidades, no por “años que faltan para jubilarte”. Y sin embargo, el intendente Yonar y los delegados de ATE firmaron un esquema que rompe el escalafón y multiplica la desigualdad adentro del propio Municipio.
¿Quién gana? Un puñado de trabajadores que entran por la ventana..
¿Quién pierde? El resto del plantel municipal… y el espíritu mismo del Estatuto.
2. La carrera administrativa, rifada en una paritaria
La frutilla del postre es la recategorización “selectiva”: el acta dice que solo se recategorizará a quienes estén a dos años de jubilarse, supuestamente “de acuerdo a la Ley 6068”.
Justamente la Ley 6068, en su art. 40, reconoce a los agentes de planta permanente la igualdad de oportunidades para ascender en el escalafón. Lo que hace el acuerdo es exactamente lo contrario: congela la carrera del 90% de los trabajadores y rescata apenas a los que ya se van.
Esa fue la lucha sindical
Una liquidación de temporada de la carrera administrativa.
Aquí la responsabilidad política es directa:
- del intendente Yonar, que debería ser el primer garante del Estatuto Municipal y lo usa como si fuera un menú descartable,
- y de los delegados de ATE, que prefirieron una foto de “acuerdo logrado” antes que defender el derecho de todos los municipales a progresar en su trabajo.
3. Pases a planta “a la carta”: la fábrica de privilegiados
El acta también consagra el pase a planta contratada de tres agentes y a planta permanente de otros tres, “de acuerdo al listado presentado por ATE” y “siempre que existan vacantes”.
¿Dónde quedaron la transparencia, la igualdad de acceso y los mecanismos objetivos para cubrir cargos?
La planta permanente no puede ser el premio para los amigos del poder político o sindical. Cuando los nombramientos dependen de una lista armada entre intendente y gremio, lo que se fortalece no es el Estado municipal: es el clientelismo.
La Ley 6068 y todo el régimen del empleado público presuponen concursos, criterios claros, igualdad entre quienes cumplen idénticas funciones. Aquí, en cambio, se instala un mensaje peligroso:
“Tu estabilidad no depende de tu trabajo, depende de en qué lista estés”.
Y esa lista la manejan, justamente, el Intendente y la casta sindical.
4. Los temporarios: siempre en “momento inoportuno”
Mientras tanto, el personal temporario vuelve a quedar en la vereda. El acta se limita a decir que “se analizará en el momento oportuno” un incremento para ellos. Es decir: nada.
Muchos de esos trabajadores sostienen servicios básicos del Municipio, cumplen horarios, órdenes, responsabilidades… pero siguen cobrando menos, sin horizonte de pase a planta y sin aumento concreto.
Ahí se ve con claridad la sociedad entre poder político y casta sindical:
- El Intendente mantiene un ejército de trabajadores baratos y disciplinados.
- El gremio mira para otro lado, porque su juego está en la planta, en las recategorizaciones selectivas y en los pases “a la carta”.
El mensaje es brutal:
“Si sos temporario, no sos prioridad. Tu derecho se discutirá algún día. Tal vez. Si conviene”.
5. Vender como conquista lo que ya es obligación
Otro detalle: el acta presenta como logros extraordinarios la entrega de indumentaria, el mantenimiento del parque automotor, las condiciones edilicias, los elementos de trabajo.
Eso no es un regalo del intendente ni una victoria de la dirigencia sindical.
Son obligaciones legales básicas del empleador público, que surgen de las normas de higiene y seguridad, del Estatuto y de la Constitución cuando habla de “condiciones dignas y equitativas de labor”.
Firmar un papel prometiendo cumplir lo que ya se debía cumplir hace tiempo no es un avance. Es la confesión de un atraso.
6. Yonar y la casta sindical: socios en la administración de la desigualdad
Lo que deja este acta acuerdo es un saldo clarísimo:
- Un Intendente que gobierna el Municipio como si el Estatuto fuera una sugerencia y no una ley.
- Una casta sindical que firma un esquema que parte al medio al plantel municipal: premios para algunos, migajas para otros y postergación para los más débiles.
No estamos ante un “mal acuerdo por necesidad”.
Estamos ante una opción política: administrar la desigualdad en cuotas, mantener la precariedad como herramienta de control y usar la paritaria para consolidar un pequeño círculo de privilegiados.
La Ley 6068, la Constitución y el derecho laboral dicen otra cosa: que el empleo público debe basarse en igualdad, transparencia, carrera administrativa y estabilidad.
Que los derechos de los trabajadores no se negocian en secreto entre el Intendente y tres delegados, sino de cara a todo el plantel, con información clara y reglas generales.
Campo Quijano necesita un Municipio que cumpla la ley, no que la reescriba en cada conflicto.
Necesita sindicatos que sean herramienta de defensa de los trabajadores, no socio menor del poder político de turno.
Y necesita, sobre todo, trabajadores municipales que sepan algo muy simple:
Si un acuerdo beneficia a unos pocos y deja desprotegida a la mayoría, no es un acuerdo: es una estafa política y laboral.