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Un fenómeno que crece: falsas denuncias por violencia de género

Hay una suerte de alarma en los pasillos judiciales por la manera exorbitante en que aumentaron este tipo de acusaciones en los últimos tiempos

Joaquín (nombre ficticio) trabajaba en un boliche en Tartagal ubicado en las afuera de la ciudad. Con su pareja tienen una hija de 5 años, pero el muchacho -30 años, simpático y bien parecido- estaba cansado de los celos enfermizos de la mamá de su hija. Cada madrugada que, físicamente destrozado después de horas de trabajo, llegaba a su casa, debía escuchar sus interrogatorios y si no respondía con toda convicción y certeza comenzaban una y otra vez las mismas escenas.

Se dormía escuchándola reprocharle "seguro estuviste con esa puta, porque yo llamé y me dijeron que cerraban más temprano, decime la verdad", comenzaba. Seguían los zamarreos, el llanto, la victimización y todo terminaba con un Joaquín dormitando con su hija en los brazos, que ante tantos gritos de la madre se despertaba llorando. Así, desde hacía más de 5 años, porque en realidad esa actitud de la chica de la que se enamoró "para siempre" había comenzado durante su embarazo.

Un día, eligiendo las palabras, le dijo que por el bien de ambos y de la nena la relación se terminaba. Juntó su ropa, tomó un par de fotos y se fue a la casa de su madre y se quedó ahí, pensando cómo seguir su vida. Su teléfono explotaba de mensajes, primero de insultos, después de llantos grabados. Pero había masticado demasiado la decisión antes de tomarla, mientras en su trabajo atendía con su mejor cara a los que se divertían tomando, bailando con los brazos en alto, saliendo del boliche abrazados con alguna chica, como le había sucedido a él mismo.

Dos días después su madre atendió cuando llamaban a la puerta. Eran policías que buscaban a su hijo, que había salido a realizar las compras para el boliche, porque era mano derecha de los propietarios. Cuando regresó él y su madre se quedaron helados. Tenía que presentarse en la comisaría porque había sido denunciado por su expareja por violencia de género y abuso sexual de su nena de 5 años.

A Joaquín primero le dictaron una serie de restricciones y después lo detuvieron, y solo porque su madre se endeudó a más no poder para buscarle un buen abogado estuvo detenido "solamente" algunos meses, pero sin poder ver a su hija por cerca de un año.

En el juicio oral y público realizado en la ciudad de Tartagal ante la magistrada actuante se dio a conocer que la mujer había inventado toda la historia porque el muchacho la había dejado. Ella misma, entre lágrimas, se lo confesó a la jueza, quien le imputó falso testimonio, un delito menor por lo que nunca fue detenida.

Joaquín fue sobreseído y actualmente está sin trabajo y no vio a su hija durante meses. Su madre y el resto de su familia estuvieron sumidos en una angustia y un dolor indecibles no solo por su detención sino porque tampoco ellos podían ver a la chiquita y eran blanco del escarnio "por protejer a un hijo violador".

¿Es una historia ficticia cargada de misoginia? No, no lo es y es por eso que lenta, pero firmemente, algunos letrados locales comienzan a impulsar, al igual que en el año 2021 sucedió en la ciudad de Buenos Aires, la creación de un observatorio de falsas denuncias.

 

Hecha la ley...

El 18 de septiembre de 2022 la reconocida jurista porteña Patricia Anzoátegui brindaba un extenso reportaje al diario Infobae, donde se refería a este fenómeno que viene en peligroso crecimiento: "El uso de la denuncia de violencia o de abuso infantil contra un excónyuge en el contexto de un divorcio o separación conflictiva" era el tema planteado por esta profesional del derecho, autora del libro "Hienas", que refleja con toda crudeza las tragedias familiares que causan las falsas denuncias.

En un ambiente y clima en el que poner en duda la denuncia de una mujer resulta "políticamente incorrecto" y puede ser motivo de escraches, condenas sociales y otras actitudes con la utilización de las redes no es fácil encontrar un letrado que se anime a visibilizar esta situación que, de tan peligrosa, puede terminar provocando lo que se pretende evitar.

 

Abogado "cuerudo"

Ramber Alexis Ríos es abogado penalista y defiende con uñas y dientes a quienes lo designan defensor en este tipo de causas. Él mismo como abogado y defensor "de los violentos", como lo califican algunas feministas locales, es objeto de insultos y descalificaciones. Frontal "y cuerudo" como él mismo se autocalifica, asegura que no le afectan los ataques "porque cada escrito que presento lo hago con la ley en la mano y jamás defendería a alguien si sospecho que es un golpeador, un violento y muchísimo menos un abusador de menores. Tengo madre, tengo familia y para mí con eso es suficiente", explica este letrado, que patrocinó a la familia de la joven que fue sometida a un aborto en el hospital Juan Domingo Perón, en la causa que tuvo como imputada a la médica Miranda Ruiz, quien resultó sobreseída.

 

"Es un sistema perverso en contra del hombre"

Ramber Alexis Ríos asegura que "la exclusión del hogar está prevista en la ley de perspectiva de género y se basa en que se cree que la denuncia es verdadera, es real. Pero en la práctica se ve que no lo es y se la utiliza de la peor manera. Ahorrarse la división de bienes, en casos en divorcios conflictivos o para privar a los padres del vínculo con los hijos son solos algunos de los casos que me tocó ver. Pero el sistema es tan perverso que cuando el que hace la denuncia es el hombre no la tienen en cuenta. Acá lo que menos interesa es la perspectiva de infancia, el superior interés de los niños. Lo dije desde el primer momento y me valió que mucha gente me criticara. La perspectiva de género es un tema ideológico que no tiene sustento ni científico ni legal".

Ríos dice respetar "en todo lo que expresa la presidenta de esta entidad que lucha contra la falsa denuncia, la Dra. Anzoátegui, y efectivamente en el interior, en el norte donde yo litigo, se ven los casos más graves y las situaciones más injustas, porque el 80% de las denuncias son armadas".

Y recuerda "el caso del Dr. Cornejo, a quien por una disputa profesional una médica ultrafeminista lo denunció por abusar de una paciente. La paciente dijo que el doctor nunca la tocó, pero el escrache, el desprestigio, la angustia de toda la familia no se paga con nada. A todo eso tenemos que sumarle que muchas funcionarias y profesionales del Poder Judicial militan en la perspectiva de género. Entonces los informes están totalmente viciados, lo que agrava aún más la indefensión de los denunciados. En mi humilde opinión como abogado, considero que hay que rever esta ley para que sea justa y no inconstitucional y discriminatoria, como considero que es. La violencia de género existe, como existe el abuso sexual intrafamiliar y son verdaderas tragedias. Pero esta ley y la falta de profesionalismo de quienes la aplican no es lo mejor que nos pasó".

 

Conductas que rozan lo indignante

Ríos asegura: "Las denuncias falsas conforman el 80% de las que se presentan por violencia de género y, al aplicarse las restricciones, al privarse de la libertad a los denunciados, se violan todos los derechos existentes, porque de entrada se da por cierto que el hecho es real, no impera la presunción de inocencia y, lo más terrible de todo, el superior derecho de los niños no existe, porque se los priva por años del contacto con sus padres, se los adoctrina para que los odien y al finalizar el juicio, cuando se descubre que todo fue mentira, la mujer se va tranquila a su casa. Los ciudadanos no alcanzamos a dimensionar el peligro que significa el hecho que los hombres varones terminen siendo inferiores a las mujeres en la aplicación de la ley, porque no impera la igualdad para ambos. Esto es inconstitucional".

"Cuando hablo de estos temas no puedo ser frío porque conozco muchos hechos indignantes. Tengo colegas que me cuentan que cuando hay una separación conflictiva ellos mismos le sugieren a sus clientas: denuncialo por violencia de género y nos ahorramos un montón de tiempo. Hay hombres que cansados de peregrinar me vienen a ver llorando porque hace años que no ven a sus hijos. Me ha tocado acompañarlos a que vean a un psicólogo porque están a punto de cometer una locura", explica.

 

(AGENCIA TARTAGAL) 

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