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El Preámbulo de Campo Quijano: entre la solemnidad y la improvisación

Sep 22, 2025

Campo Quijano atraviesa un momento histórico: la redacción de su primera Carta Orgánica Municipal. No se trata de un simple trámite administrativo, sino de un acto fundacional que definirá la identidad institucional del pueblo y el marco jurídico que orientará su futuro.

En ese escenario, el debate sobre el preámbulo es clave. Esta pieza es la puerta de entrada a la norma fundamental del municipio: una declaración solemne de principios, valores y objetivos que inspirarán la vida democrática local. Su redacción exige sobriedad, precisión jurídica y una proyección que trascienda coyunturas.

Sin embargo, el texto que ya circula bajo el título de “Preámbulo de Campo Quijano”, aprobado en la primera sesión ordinaria de la convención, revela una peligrosa confusión. En lugar de un enunciado constitucional, ofrece relatos folclóricos, enumeraciones desordenadas de valores, referencias turísticas e incluso expresiones partidarias que nada tienen que ver con la esencia de un preámbulo. Errores de redacción y un tono más propio de un panfleto político que de un documento normativo terminan por desdibujar la seriedad que el pueblo merece.

Un verdadero preámbulo debe ser breve, claro y solemne. Debe afirmar la autonomía municipal reconocida por la Constitución Nacional y la Constitución de Salta, declarar valores universales que sustenten la convivencia democrática —libertad, igualdad, participación, transparencia— y proyectar hacia el futuro el compromiso con el desarrollo integral de la comunidad.

Hay fórmulas jurídicas que permiten expresar estas ideas sin caer en consignas partidarias ni en descripciones anecdóticas. Conceptos como equidad, bien común e igualdad de oportunidades transmiten principios compartidos por toda la ciudadanía, sin banderas políticas ni ideológicas.

La Carta Orgánica de Campo Quijano debe trascender gobiernos, partidos y modas pasajeras. Su preámbulo no puede ser copia de un discurso electoral ni un catálogo de paisajes y costumbres. Tiene que ser la voz sobria de un pueblo que decide gobernarse con dignidad institucional.

Los convencionales constituyentes tienen en sus manos una responsabilidad histórica. El preámbulo será leído por las generaciones presentes y futuras. De ellos depende que este texto inaugural sea símbolo de grandeza cívica y no un recuerdo de improvisación.

Por Ricardo » Cady» Guzmán

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