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Mirta Copa es, o se hace?

Sep 29, 2025

Editorial por Ricardo «Cady» Guzmán

El caso de Mirta Copa desnuda un problema central de la política de Campo Quijano, no fue, no es ni será la única: La incoherencia entre lo que se promete en campaña y lo que se hace en el poder. Copa se presentó ante los vecinos como libertaria, se subió al sello de La Libertad Avanza y fue electa convencional municipal con esa bandera. Pero, su conducta en el Concejo Deliberante contradice por completo esas convicciones.

No fue la oposición ni la coherencia lo que la llevó a ser presidente del Concejo. Fueron la propuesta y los votos del oficialismo. Y tampoco fue un gesto de independencia lo que la colocó como vicepresidenta segunda en la Convención Municipal. Otra vez, los votos del intendente Yonar y de sus convencionales la sostuvieron. En los hechos, Copa cambió de bando: del discurso de la libertad pasó a ser funcional al poder de turno.

Esto no es un error menor. Porque el libertarismo nació justamente para enfrentarse a las prácticas de siempre: a la política de los arreglos, de los cargos a cambio de favores, de los silencios comprados. Y sin embargo, en Quijano tenemos una paradoja: una representante libertaria convertida en pieza útil del mismo oficialismo al que debería controlar.

Hay algo grave también en todo esto, es el silencio del propio sector libertario. Porque mientras Copa negocia con Yonar, nadie dentro del espacio levanta la voz para marcar la diferencia. Y ese silencio se vuelve complicidad de alguna manera y en ciertos sectores de la sociedad quijaneña. Así, el mensaje que llega al vecino es devastador: que la libertad no era más que una palabra bonita para la campaña, una etiqueta electoral, una bandera que se cuelga o se guarda según convenga, dicen.

El intendente Yonar, astuto en la política, no pierde la oportunidad. Al tener en su esquema de poder a una “teórica libertaria”, consigue dos cosas a la vez: debilita a la oposición y le muestra a la gente que hasta los que se dicen distintos terminan arrodillados frente al sillón municipal. Y así, el oficialismo se fortalece sobre la base de las contradicciones ajenas.

Pero la historia no termina ahí. En diciembre se renuevan cuatro de los siete ediles. Van a entrar dos concejales de La Libertad Avanza, una edil de la oposición y un nuevo concejal salido de las filas oficialistas. El tablero político cambia, y con él, la pregunta inevitable:

¿De qué lado va a estar Mirta Copa?

¿Seguirá siendo funcional al intendente Yonar, aceptando sus votos y sus favores, o dará un giro para alinearse con los nuevos concejales libertarios y demostrar que no todo fue un disfraz electoral?

¿La nueva propuesta de control libertario en el Concejo Deliberante la aceptará?

Los vecinos de Quijano tienen derecho a exigir definiciones claras. La incoherencia política tiene patas cortas, y más temprano que tarde se paga caro. Porque no se puede jugar con la voluntad de los que la votaron para ejercer el control verdadero al ejecutivo. En política, hay que elegir. Y el tiempo de Mirta Copa se está acabando: o se para del lado del poder de turno, o del lado de las convicciones que dice defender.

Lo que está en juego no es solo su lugar en el Concejo: lo que está en juego hoy, es la credibilidad de todo un sector político que prometió ser distinto.

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