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Olvidados: los chicos de Potrero de Chañi claman por volver a clases
- Publicado: Domingo, 28 Marzo 2021 18:18
Los maestros están en la escuela pero no hay ordenanza ni cocinera. Se trata de la escuela N´ 4422 "Crucero ARA General Belgrano".
Parece que no todo estaba listo para empezar las clases presenciales con protocolos por la pandemia, tal como se había anunciado. Al menos no todo estaba listo para todos los chicos de Salta, en especial los del interior de la provincia, que viven y estudian perdidos en el monte o entre los cerros, donde apenas llegan con grandes sacrificios sus maestros. Durante todo el 2020 muy pocos estudiaron por la falta de acceso a la virtualidad, lo que profundizó dolorosamente la inequidad que castiga a los más vulnerables. La falta de ordenanzas, de maestros, de personal de mantenimiento, de aulas, pupitres, de condiciones de infraestructura escolar, e incluso de caminos para llegar a muchas escuelas del norte, por ejemplo, se han hecho sentir con una potencia que avergüenza.
Los maestros de la escuela 4422 "Crucero ARA General Belgrano" y su directora reacondicionaron la huerta y el invernadero escolar, mientras esperan poder iniciar las clases presenciales, ya que el establecimiento no cuenta con personal que se encargue de la cocina, la limpieza y el mantenimiento, factores imprescindibles para su funcionamiento.
La escuela queda en el paraje Potrero de Chañi, aproximadamente a 48 kilómetros de la ruta 51, a unos 3.500 metros sobre el nivel del mar. Se llega tomando un camino secundario, que se abre unos 10 kilómetros antes de Alfarcito, pasa por San Bernardo de las Zorras y El Rosal. Al llegar se puede ver la escuela, una pequeña y sencilla capilla y al fondo el imponente Nevado de Chañi.
Su directora y maestra, Susana Chávez, junto a la maestra de grado Guadalupe Romero y los maestros de áreas especiales Mario Gutiérrez, Gabriela Sulca y Valeria López, que itineran en escuelas de la zona, pasan la semana en la escuela dando clases a distancia debido a que allí no hay internet.
Ellos entregan cartillas a los padres de los alumnos y solucionan algunas dudas con respecto a las actividades dadas. También realizan el mantenimiento y la limpieza del edificio escolar, la huerta y el invernadero, hace muchos años.
La escuela en periodos normales de clase se convierte en el segundo hogar de los chicos: 15 alumnos estudian, aprenden, comparten y almuerzan; son las docentes las que preparan el desayuno y el menú diario. Las casas quedan muy alejadas unas de otras y los niños se trasladan por un terreno pedregoso para asistir a clase.
La falta de ordenanzas, de maestros, de personal de mantenimiento, de aulas, pupitres, de condiciones de infraestructura escolar, e incluso de caminos para llegar a muchas escuelas del norte, por ejemplo, se han hecho sentir con una potencia que avergüenza.
Debido a la situación que se vive por el coronavirus, donde se debe respetar el protocolo establecido para evitar contagio, la falta de personal de maestranza hace imposible el dictado de clases presenciales.
Su directora, Susana Chávez, expresó la importancia que el personal sea designado en forma permanente y que sea alguien del lugar, para poder cuidar de las instalaciones en los períodos de receso escolar.
Lo ideal sería que se dé empleo a gente de la zona, creando una fuente laboral con la certeza de que nadie como las familias del lugar van a trabajar con tanto empeño y amor por la escuela de sus hijos.