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Darío Javier Peñaranda y Natali Vanesa Rueda vivían de la explotación sexual de su niñera

Además, y en el marco del mandato internacional de reparación integral previsto para el delito de trata de personas, la víctima recibirá una importante suma de dinero a raíz de un acuerdo impulsado por la Unidad Fiscal Salta y la Defensoría General de Víctimas.

Un desgarrador caso de trata de persona, el cual tuvo como víctima a una joven que había llegado a esta ciudad procedente de Orán y en busca de un mejor porvenir, tuvo el martes pasado un fallo condenatorio dictado por el Tribunal Oral Federal N°2.

En la sentencia, el juez Domingo Batule, quien actuó como tribunal unipersonal, hizo lugar a un acuerdo de juicio abreviado presentado por el fiscal general Eduardo José Villalba, de la Unidad Fiscal Salta, al cual el Defensor General de Víctimas, Nicolás Escandar, adhirió en todos sus términos.

El caso se formalizó el 15 de octubre pasado, tras la detención de Pedro Darío Javier Peñaranda y Natali Vanesa Rueda, a quienes la fiscalía le imputó el delito de trata de personas con fines de explotación sexual en perjuicio de su niñera.

Después de seis meses de investigación, el caso, que alcanzó el estándar de emblemático por la crueldad evidenciada contra la víctima, su historia de vida y las circunstancias en que fue rescatada, se resolvió a través de la aplicación de una de las medidas alternativas contempladas por el Código Procesal Penal Federal.

Sobre este punto, el fiscal resaltó el valor de estas herramientas promovidas a través del artículo 22 del CPPF, norma que definió como “una ventana “a través de la cual los operadores del sistema acusatorio pueden arribar a una resolución de conflictos que restablezca la paz social y armonía entre las partes.

En este caso, resaltó la predisposición de la defensa por arribar a un acuerdo de Juicio abreviado, mediante el cual se evitó que la víctima reviva episodios Dolorosos y, a la vez, se obtuvo una importante reparación económica, la cual le permitirá avanzar en su proceso de recuperación y reinserción laboral.

Sobre la calificación penal, ratificó la imputación de trata de personas confines De explotación sexual, al cual le sumó los agravantes de haber sido cometido mediante engaño y por haberse consumado, delito por el cual la pareja aceptó una condena de 6años de prisión.

En el caso de Rueda, la misma se aplicará bajo la modalidad de prisión domiciliaria, mientras que Peñaranda permanecerá alojado en una unidad carcelaria. En la audiencia, los acusados reconocieron su responsabilidad por la explotación sexual ejercida sobre la víctima y dieron su consentimiento a la pena acordada.

Asimismo, y entre llantos, cada uno pidió disculpa por el daño causado a la víctima, afirmaron estar arrepentido. “Reconozco mi responsabilidad del hecho, me duele mucho todo esto porque tampoco voy a poder estar con mis hijos, pero estoy dispuesto a cumplir la condena”, dijo Peñaranda. Su pareja, en tanto, se expresó prácticamente en los mismos términos.

Con la conformidad de los acusados, el juez homologó el acuerdo y formalizó la Condena acordada, como así también la reparación económica y la devolución de bienes a la víctima y el decomiso de otros elementos secuestrados.

Desgarrador

Sobre el caso, y dado que el juez llega al debate sin conocer nada del hecho, el Fiscal le explicó que todo se inició el 29 de junio de 2021 a partir de la denuncia de Un cliente, quien se percató del estado de vulnerabilidad de la joven, de quien también advirtió padecía cierto retraso madurativo.

Al dialogar con ella, pudo conocer el grado de sometimiento, crueldad y Explotación sexual en el que se hallaba inmersa, situación que lo llevó a iniciar una relación que derivó en el rescate de la joven, aunque luego comenzaron a ser hostigados por los acusados.

Ante ello, se dirigieron al Polo Integral de la Mujer, donde radicaron la denuncia De todo lo sucedido, lo que activó la intervención de la Unidad Fiscal Salta, con diligencias investigativas que llevaron a la detención de Rueda y Peñaranda.

Villalba reveló que la víctima fue captada cuando se hallaba bajo un grave Estado de vulnerabilidad producto de una situación de abandono familiar, de lo que se valieron los acusados para contratarla como niñera, ofreciéndole con ello una salida laboral que le permitiría mejorar su vida.

Con estas expectativas, la joven llegó a Salta y comenzó a trabaja de niñera de los acusados, en una vivienda del barrio Santa Rita, pero a los seis meses, todo cambió. Fue cuando Rueda y Peñaranda la obligaron a vestir lencería erótica, para luego tomarle fotografías e incluso la filmaron, obligándola a realizar distintas poses sugestivas.

Toda esta producción fue subida luego a un sitio de servicio sexuales para adultos, con lo cual comenzaron a contactar a clientes, siendo obligada la joven a atender a cada uno de ellos, lo cual sucedía desde las 10 de la mañana hasta la 5 de la madrugada siguiente.

Aunque en su inicio, los acusados le dijeron a la víctima que parte del dinero iba a quedar con ella, con el correr del tiempo se apropiaron de toda la plata que recaudaba por los servicios sexuales, sumas que oscilaban entre los 1000 y 3000 pesos.

Los acusados ejercían un control minucioso de los horarios y el dinero que debía cobrar por los servicios sexuales, los que se llevaban a cabo en el cuarto de un hotel del macrocentro contratado por la pareja, la cual monitoreaba desde la calle la entrada y salida de los clientes.

“La explotación sexual ya no se representa a través de la escenografía del cabareto del prostíbulo, pues a esa hora hay lazos más invisibles, lo cuales complejizan la investigación penal de los casos y exigen una mirada más aguda”, sostuvo el fiscal.

“La fiscalía ha podido acreditar que la víctima fue explotada sexualmente en un Hotel en la vecina provincia, como así también en Bolivia”, afirmó el fiscal, quien señaló que el sometimiento se extendió por ocho años hasta que tomó contacto con el cliente que la sacó de ese ambiente.

Entre otros indicadores de este delito, los acusados ejercieron tanta violencia moral y psíquica contra la víctima, al punto tal de que la víctima se convirtió en una “cosa”, a través de la cual se aseguraron un importante ingreso económico, tanto que no solo adquirieron bienes importantes, sino que los integrantes de la familia dejaron de trabajar para subsistir solamente de lo que se recaudaba con la víctima.

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