• 26 marzo, 2025 13:53

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La Contradicción de un Pueblo que celebra y lamenta a la vez

Feb 10, 2025

Campo Quijano se encuentra en un momento de reflexión profunda sobre la relación entre lo público y lo privado, entre la tradición y la modernidad, entre la celebración y la tristeza. Este fin de semana, la comunidad vivió una situación particularmente desgarradora y, al mismo tiempo, reveladora de las falencias de un sistema de gestión pública que no parece tener en cuenta la dinámica local.

Un hombre perdió la vida ahogada en el Dique Las Lomitas, una tragedia que conmovió a la comunidad, pero la gestión de su velatorio se convirtió en un símbolo de las contradicciones que atravesó Campo Quijano. Mientras la sala velatoria municipal, la única en el pueblo, se encontró que a tan solo unos metros de la Peña Gastronómica recién inaugurada, por lo tanto el velatorio tuvo lugar en la Parroquia Santiago Apóstol, pues la fiesta organizada por el municipio no dio lugar el ingreso a la Sala.

Es cierto que la Peña Gastronómica representa una valiosa apuesta al desarrollo local, y que las fiestas son un motor importante de identidad y cohesión social, pero resulta alarmante que, en una situación tan delicada como la muerte de un vecino, el municipio no haya previsto una solución acorde. No parece razonable que, mientras un evento de celebración ocupaba el espacio público, la sala velatoria, un lugar de respeto y duelo, fuera inaccesible para quienes necesitaban despedir a un ser querido.

La falta de previsión no se limita solo a la cuestión del acceso físico a la sala velatoria, sino también a una ausencia de planificación en cuanto a los horarios y las prioridades de los servicios municipales. Los quijaneños se ven forzados a replantearse dónde velar a sus seres queridos si estos fallecen durante el fin de semana, cuando las festividades populares se superponen con necesidades tan básicas como el respeto por el duelo y el dolor ajeno.

A esta contradicción se suma otro evento, el «Desentierro del Carnaval», realizado en la vereda de la misma sala de velatorio, un espacio destinado para despedir a los muertos, no para celebraciones que alteren la solemnidad del momento. Es difícil no preguntarse cómo un pueblo puede convivir con semejante falta de planificación en cuanto a los usos del espacio público. ¿No es hora de replantearse el equilibrio entre la fiesta y el respeto?

Campo Quijano está en una etapa de crecimiento, y las inversiones en infraestructura y actividades culturales son necesarias. Sin embargo, el pueblo debe aprender a gestionar su desarrollo de manera más equitativa, teniendo en cuenta las distintas necesidades de su población en diferentes momentos. No se puede morir cuando el municipio organiza una fiesta. La falta de consideración por los momentos de duelo y la importancia de disponer de los servicios necesarios para ello muestra una desconexión con la realidad cotidiana de los vecinos.

Es hora de que el municipio comprenda que la gestión de un pueblo no solo pasa por organizar fiestas y eventos que generen visibilidad, sino también por responder adecuadamente a las necesidades más elementales de sus habitantes. El equilibrio entre celebración y duelo, entre la fiesta y el respeto por el dolor ajeno, es una tarea que debe tomarse en serio si se quiere construir una comunidad inclusiva, solidaria y respetuosa de todos sus momentos.

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